lunes, 16 de agosto de 2010

Bigger and bigger

Hicimos noche en Mexican Hat, pueblo en el que efectivamente había polvo en las calles, un río que formaba un cañón, y probablemente rastrojos rodantes. No Vacancy en los moteles, sólo quedaba libre una casa entera por la que nos pedían bastante más de lo que estamos acostumbrados a pagar. La alternativa era conducir al menos otros 100 km hasta el pueblo más cercano, sin la seguridad de encontrar nada, así que dimos buena cuenta de su Jacuzzi y su terracita con vistas al río.
Nuestra primera parada, Monument Valley, un parque natural en el interior de una reserva de indios Navajos. El paisaje, lunar, es un desafío para la descripción. Una llanura casi desértica, que se pierde en el horizonte, cubierta de arena, y salpicado de piedras enormes, de paredes verticales y lisas, y formas cilíndricas, cónicas o directamente no definibles, en distintos tonos de naranja. En nuestra imaginación estos lugares sólo podían ser de cartonpiedra, y refugio de forajidos que acaban de robar un banco revolver en mano.
El circuito entre las dunas y las rocas, ha sido una buena oportunidad para comprobar que tenemos un buen coche. Aunque nos ha dado nuestro primer susto. Tras bajarnos a hacer unas fotos, no arrancaba...todo parecía apuntar a la batería (y con razón: puertas, maletero, enchufe, aire, música, navegador, marchas...). El taller más cercano podría estar a 200 millas, y el garaje de Hertz, en Las Vegas. Tras diez minutos de tensión, y al darnos cuenta que teníamos mal puesta la palanca de cambios, ha arrancado sin problemas. ¡En marcha!
Siguiente destino, Grand Canyon. Entre medias, 2 horas de carretera desértica a ambos lados y saturada de coches de alquiler, la mitad de los cuales son nuestro mismo modelo, y también de color blanco. Sorpresa a la entrada, hoy es gratis.
¿Cómo describir El Cañón? Quizá, lo más fácil sea comenzar por los datos. Ha sido labrado en el desierto durante milenios por un río caudaloso como es el Colorado, que cruza varios estados, formando otros cañones menores. El Gran Cañón tiene varios cientos de kilómetros de largo, 16 de anchura y más de uno de profundidad. Quizás los datos no os transmitan su tamaño lo bastante bien. Pensad en Madrid. Entero. Ese es el tamaño del agujero.
Su recorrido está salpicado de miradores, en los que las barandillas son un accidente, y en gran parte el borde está al natural. Al acercarse a las rocas que lo bordean, es difícil sentir no sentir una mezcla de vértigo y admiración. El límite opuesto se borra en la lejanía, y en su interior se ven grandes cañones que se entrecruzan formando un paisaje que hipnotiza. Inicialmente no es fácil hacerse idea de la profundidad ni del tamaño, ante la ausencia de referencias tanto en el entorno como en la memoria. Tras permanecer un rato que ronda los veinte minutos mirando, nos empezamos a hacer idea de la magnitud. Realmente es más de lo que nos pudieran haber contado, y de lo que nuestras cabezas pudieron imaginar. Ni las fotos reflejan la realidad, ni nos sentimos capaces de transmitiros con palabras el estado que produce contemplarla, así que haremos una excepción: no entraremos en detalles, y nos conformaremos con preguntaros....¿dónde está el cañón en esta foto?
Había muchas cosas que ver hoy, y muchos kilómetros como para detenernos. Cuando hemos parado a comer, ya no era hora ni en Colorado ni en Nevada (de Arizona no hablamos, porque aún no se han puesto de acuerdo para escoger su huso). A las 18, ó a las 17, hemos pedido un menú en nuestro primer McDonald (parece mentira).
Nos quedaba aún más de la mitad del día por recorrer, porque queremos bajar hasta Seligman para recuperar la Ruta 66 hasta Las Vegas. A veces uno quiere hacer más cosas de las que físicamente son posibles, pero hoy jugamos con ventaja: tenemos un día de 25 horas. Y vamos hacia una ciudad que duerme a partir de las 9 de la mañana.
Llegamos a Seligman al atardecer, y encontramos un pueblo sepultado en recuerdos de la ruta. Detrás de un restaurante en el que anuncian "Cheeseburguer con cheese", están los protagonistas de Coches, observando la carretera mientras disfrutan de gasolina sin plomo por galones. A las 8 ha anochecido, y aún nos quedan más de 200 millas para llegar. Hoy no pararemos, llegaremos a Las Vegas a la hora que sea. Y la ciudad nos agradecerá el esfuerzo brillando en el desierto.

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