martes, 17 de agosto de 2010

Después de Sin City...el infierno.

Salimos de nuestra pirámide a primera hora, en busca de nuevos entornos naturales. Por el camino, encontramos las famosas capillas de Las Vegas, en las que diariamente se casas 1.000 Elvis, 800 Marilyn y 25 capitán Spok. Fue la última oportunidad para Julia y Destro, pero con lo ganado en la ruleta no nos daba para pagar el banquete.
Según nos acercamos a California, estado al que entraremos a través de Death Valley, el termómetro del coche comienza a mostrar valores que se antojan peligrosos. Al llegar, el famoso valle del que muchos buscadores de oro no regresaron, no recibió con todo su esplendor. Un terreno inhóspito, en el que sólo se oyen los motores de los pocos coches que se atreven a atravesarlo. Fuera, no hay animales (excepto, al parecer, caracoles), no hay habitantes, y los visitantes no tienen fuerzas para hablar. Nada más llegar al valle está Zabrinsky Point, un mirador donde casi todos nos atrevemos a tomar alguna foto y hacer algún comentario como "pues no hace tanto calor". Total, 43ºC no son nada que no haga un verano en Madrid. Los miradores tienen nombres evocadores de lo que uno va a ver como El Infierno de Dante.
Unas pocas millas más allá la mitad de los coches prefieren no seguir adelante. Hace tanto calor, que los carteles recomiendan apagar el aire acondicionado a cada rato para no recalentar el motor. Entre montañas de colores ocres y verdosos, llegamos a Badwater, una salina que es el punto más bajo de USA, a 85 metros bajo el nivel del mar, y en el que se alcanzan temperaturas más altas. El paseo por aquí es lo más parecido a andar por otro planeta, pero los ¡¡50ºC!! no nos dejaron estar fuera del coche más de veinte minutos. El resto del camino hasta salir del parque nos llevó toda la tarde. No entendemos cómo alguien pudo cruzar esto alguna vez a caballo, porque era "un atajo" para llegar a California. La carretera es muy divertida con muchas curvas entre las rocas, subidas de -100 pies a 4.500 en 5 millas y vuelta a bajar, y la gran atracción: no sabemos lo que significa, pero tras los carteles de DIP, venían caídas y subidas propias de un parque de atracciones. Entre bache y bache, nos cruzamos con un lobo, que no sabemos de qué se alimentará.
Hemos salido ya de Death Valley, y hemos descubierto por qué en los mapas no hay vías de entrada desde el este en Secuoya Park, donde se encuentran los árboles más altos del planeta, a pocos kilómetros del infierno. Entre el parque y nosotros hay una cordillera infranqueable que no conocemos, lo bastante alta como para ver neveros en lo alto.
Hemos parado a dormir en Lone Pine, un pueblo de madera, con un Saloon de puertas abatibles, de camino a Yosemite. Dado que hoy desde el desayuno no hemos tomado más que un granizado de limón, hemos huido de la comida rápida y cenamos en un restaurante un buen filete americano con un vino de California. Ser español es un problema, porque uno lo compara todo con la carne de Segovia y el vino de Rioja, pero nos sentó muy bien. La noche la acabamos en el saloon, con una cerveza local, jugando al billar y a una especie de petanca de mesa.
Hoy entraremos en Yosemite, el paraíso de los escaladores en América. Dormiremos allí antes de salir hacia San Francisco. Hemos leído en la guía que la mayoría de las cabañas no tienen luz ni teléfono, así que imaginamos que wi-fi tampoco. ¡ya os contaremos a la salida!

1 comentario:

  1. diossssssssss!!!!!!!!!! 50 gradazos!!!!!!!!!! que basto!!!!! jopé que ganas de california!!!! playutis guay!!!! donde the oc!!!! jijiijijj!!!!

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