Nuestro nuevo hostal se merece una mención, porque parece sacado de una película de miedo. Un edificio antiguo, cubierto por delante de enredaderas y con una puerta blanca de madera que no encaja bien en el marco, está regentado por un americano delgado, alto, de edad incalculable, un ojo bizco, y dedos temblorosos con aspecto de patas de araña. El interior no es más agradable, y el baño digno de recordar. Un pequeño lavabo, con la cerámica resquebrajada y un grifo de la posguerra, comparte espacio con una ducha en la que es imposible girarse. El olor en general, es difícil de definir, entre pies sucios, humedad y polvo, pero atraía a los insectos.
Sin lugar a dudas, lo más creativo son los carteles. En el cuarto de las chicas, se puede leer sobre el fregadero, que si no lavas los cacharros que usas, Alex (que debe ser el de antes) "broke your knees". Junto a un cartel de prohibido beber alcohol, los superhéroes de Marvel nos dicen "the heroes don't use alcohol or drugs". Pero el mejor, sin dudarlo, se podía traducir por "aquellos que llevan rayos de sol a la vida de los demás, no podrán mantenerlos para las suyas". No tenemos nada que aportar..
Como buena ciudad universitaria, seguía viva, y pudimos cenar junto con nuestras nuevas amigas, dos maestras que vienen a dar clases de castellano, y conocer el país. Nos pusieron, para acompañar la conversación, la comida más grasienta que hemos probado desde que llegamos a América. ¡Os deseamos mucha suerte, Sabela y Laura!
Hemos madrugado un poco más que de costumbre (sin abusar, que estamos de vacaciones), porque tenemos muchos kilómetros por delante. Bueno, Fran, al que le ha despertado su compañera de litera, se ha paseado por Denver a las 6 de la mañana, y según nos cuenta, a esas horas está lleno de vagabundos.
En el trayecto hasta Colorado Springs nos ha dado tiempo a descubrir nuevos accesorios de nuestro coche, como 8-10 guanteras, perchas, un enchufe, controles de aire acondicionado por pasajero, una linterna en el maletero, reposabrazos y asientos abatibles. Junto al copiloto hay un sitio perfecto para nuestro amigo Abraham.
Colorado Springs es una pequeña ciudad rodeada por montañas, con un aspecto tranquilo, y habitable. Según hemos leído, reúne algunas cosas dignas de mención. Sus habitantes son muy religiosos, y parece que hasta hace poco repartían una Biblia con el periódico de los domingos. La compra de armas aquí es legal, y sus habitantes son defensores de su derecho a poseerlas. Por este espíritu militar, o por su localización privilegiada, están situados aquí una base del ejército del aire, la sede de control militar del espacio aéreo de todo USA y Canadá, y el centro de mando al que se desplazaría el presidente si hubiera una guerra nuclear. Toma ya. Hemos visto marines, pero hemos decidido no hacernos fotos con ellos. El resto de habitantes que hemos visto, en su mayoría altos, rubios, y con aspecto de ex-militares, nos parecían todos agentes de la CIA. Hemos desayunado rápido y hemos salido de la ciudad, por si acaso, y nos hemos aventurado por fin en las Montañas Rocosas.
jajaja!!!! me parto!!!!! ese hostale es digno de un bread and breakfast chungo de londres!!!! no compréis un arma por favor!!!! voy a ver la otra entrada!!!!!!!
ResponderEliminarSupongo que Fran se habrá sentido en su salsa durante ese paseo entre vagabundos... ;)
ResponderEliminarBesos a todos, ¡os echamos de menos!
olaaaaaaaa!!
ResponderEliminarCuanto me alegro de que todo vaya bien en esa peazo roadtrip que os estais montando ;)
Nosotras ya tenemos casa, un apartamentito con su triturador de basura en el fregadero y su preciosa chimenea. Hemos conocido a gente estupenda que nos está ayudando mogollón en este aterrizaje por tierras coloradas. El campus es precioso, lleno de ardillas y cervatillos, al pie de las montañas.
Moitos bicos, suerte y buen camino!!