Dado que nuestro vuelo salía a las 7 de la mañana y tendríamos que salir de Sqn Francisco a las tres como muy tarde, decidimos que no era muy buena idea pagar un hostal para hoy. Así nos vimos desde primera hora, vagando sin destino, sin un sitio al que volver para descansar o dejar las compras, en mitad de una ciudad en la que hay más indigentes que turistas. No podíamos haber elegido un sitio más apropiado.
En la gran parte de California se prohíbe la mendicidad, sentarse en las calles o tumbarse en los parques, razón por la que las personas que desean, o necesitan hacer algo de lo anterior, se hacinan en esta ciudad, más transigente. De igual manera, todos los que tiene problemas con las drogas o con el sida, acuden a San Francisco para recibir algún apoyo.
El resultado es una ciudad confusa, un Varanasi a la americana, en la que se dan cita los Sadús occidentales, mezcla de pordioseros y predicadores (aquí más de lo primero que de lo segundo). Desde la cristalera dee nuestro restaurante en Little Italy, en el que hemos comido la mejor pizza del viaje, hemos visto probablemente los individuos más curiosos de la ciudad, desde un señor con una falda rosa, hasta un grupo de Franciscanos, pasando por un motero vestido como una adolescente. El desfile ha sido para recordar.
Después de la comida ya no nos quedaban cosas que hacer, y nos hemos visto buscando un sitio caliente, o un parque en el que tumbarnos. Nuestra última noche ha sido puramente americana. Tras cenar en una hamburguesería de veinte metros cuadrados, con varios premios culinarios en la repisa, hemos acabado en un bar con sillones de cuero, una máquina para poner música (3 canciones por un dólar), y una mesa de billar. Tras la barra dos asiáticas con pinta de ir hasta arriba, de alcohol u otras cosas, y delante una extraña mezcla de gente joven, turistas despistados, y clientes habituales tipo bar de Moe.
A las doce hemos vuelto al hotel, donde un chino nos ha pedido quince taxis hasta que ha llegado uno en el que entráramos los cinco. Nuestro día de indigentes lo hemos acabado durmiendo unas horas en los mostradores de embarque, hasta que han abierto a las cuatro. En dos horas saldrá nuestro primer vuelo, y nuestra aventura estará cerca de su final.
Aquí acaba este blog. Han sido ts semanas de aventuras, en las que hemos compartido con vosotros kilómetros y kilómetros de carretera, anécdotas, aventuras y sorpresas. Como os podéis hacer idea, con tantas cosas por hacer, no siempre nos ha sido fácil continuar escribiendo a diario, sabíamos que os lo estabais pasando casi tan bien como nosotros. Nos vemos en Madrid, con las fotos y mucho tiempo por delante.
Ohhhhh que penita que ya no nos sigáis entreteniendo!!! Pero genial para veros yque nos contéis.
ResponderEliminarBuen viaje
Raquelitalan
Hey! Me alegro que el viaje haya terminado bien y que os lo hayais pasado de locura tal como se lee en el blog. Al final no volvimos a coincidir en el camino, eh? Pero bueno, al menos supimos de vosotros por estos lares de la Red. A ver si coincidimos e intercambiamos impresiones sobre el viaje, que no estamos lejos, no?
ResponderEliminarUn abrazo
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